Un piano sencillo y melancólico
La soledad, parece que todos hubieran muerto
Planto cara a la hoja en blanco
Y digo: sólo estar es más puro…
Ella no merece ser mencionada
Hay gente tan vacía que no aporta nada
Sólo el cantar de los grillos y Chopin
En esta fiebre del sábado por la noche
Muy temprano descubrí que había hombres y mujeres
Y que la sensualidad los enlazaba como la hiedra
Que el perfume de una dama, pesa lo que su carácter
Que la entrepierna del hombre es feliz cuando la besan
Me fui muy chico a la calle. La casa era un pandemonio.
Y entendí que estábamos solos, pero acompañados, y eso valía
más
Que la medida de uno mismo es su propia compañía
Que nadie tiene a nadie, y que sólo mamá era incondicional
Tuve un padre que era un perro, infiel hasta la crueldad
Irresponsable y borracho, pero yo lo quería, porque conmigo
siempre fue bueno
Tengo dos hermanos, con los que apenas me hablo
Y ahora suena el Revolucionario, que descubrí de manos
diestras, amigas
Leído por ahí: la gente es escoria, y tiene que seguirlo
siendo
Doy fe. La mayor parte de las personas son gente miserable y
ruin
Por eso me he apartado del mundo, y he buscado en Dios una
felicidad
Que sólo ha sido calvario y llanto; pero no, no renegaré de
Cristo
Alguna vez volé un parapente en tándem
Con una maricona de nariz aguileña y piel blanca como la de
una bruja europea
Fue cool, rápido, un paseíto nomás
Pero supe que volar es mejor que estar clavado en el asfalto
Ella no merece ser mencionada
Porque es polvo y olvido
Porque el mar del tiempo se la tragó y nunca supe más de
ella
Pero me ayudó a amar la soledad; a entenderla como una
necesidad vital
Barruntar estos versos me ha hecho pensar que tal vez dos o
tres estén vivos a esta hora
Estas líneas han sido como una compresa tibia en una herida
De Rimbaud se decía que “era un místico en estado salvaje”
Así me siento yo, por eso termino lanzando una maldición:
malaya la hora en que morimos.
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