La nena es todo brillo, pura seda,
Lleva en el alma gemas, sinfonías,
Su corazón es fina máquina de versos,
Sus pies de felpa negra te acarician.
Tiene las nalgas suaves como rosas,
Al filo de su espalda, la alegría,
Se entrega sin remilgos, es su arte,
Complace cada antojo a pie juntillas.
Su dicha entre las piernas de varones,
Sabe que manda el hombre en la jauría,
Acata en fiel respeto y disciplina,
Caprichos masculinos, y no chista.
Ella nació para entregar al bravo macho,
Dulces mieles de gozo y compañía,
Nadie mejor que ella para darle,
Un pleno alivio a aquel que la codicia.
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