Desde aquí se ve tan linda la vida
Esta claridad meridiana esta confeccionada
Con retazos de amor, carne y mística
Un trocito de estrella crujió entre mis dientes
Entonces se abrieron todas las dimensiones
Entonces entendí, que pude haber quedado ciego para siempre
Una gota de vino tinto cayó sobre mi lengua rosa
Y una tibieza sobrecogedora me recorrió hasta los pies
Una tibieza sobrecogedora, como un nocturno de Chopin,
O la mirada de mi madre, o el gesto cortes de un perro callejero
Siempre se agradece, la brevedad siempre se agradece
Una manta tibia siempre se agradece
¡Oh tú, inescrutable bóveda celeste! ¡Vientre opiáceo de la noche!
Derrúmbate sobre mí, como una sonora carcajada,
¡Oh tú, mujer insólita de muslos cremosos!
Ven a comer conmigo, apenas estas migas,
sobre una cama coronada de santas esquirlas
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