Hay una gran rueda,
Que gira desde lo más pequeño y frágil de mis pies
Es un sol eterno, technicolor
Es mi corazón, fausto e inmenso
Desde mi vientre emerge la luz
Y se proyecta hacia el cenit
Mi mente gira en torno a Dios
Mis ojos brillan, preñados de cálidas visiones
Ampliamente, desprendidamente
Ningún ordenador superará jamás
La dosis total de inteligencia
Que hay en el tacto de dos manos
No hay dinero, sólo luz
Escondido, bajo las piedras, en el reverso
Un secreto milenario, de amor y de darse y de piel
Todo un auténtico imperio, sencillo como el pan
Déjame mirar las estrellas, ¡Oh Dios!
Déjame que imagine, por un instante,
Que logré cruzar al otro lado del universo intacto
Déjame mecer mis cabellos en el dulce tintinear de las estrellas
El universo intacto, como un compacto disco de acetato,
O la crin azabache de una yegua astral.
Como un mordisco tibio, de dientes de niño
El simple tacto de una seda erizada por la estática
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