"La poesía es el vino de los demonios". (San Agustín)
lunes, 19 de diciembre de 2011
El bajista
He visto las cosas extinguirse como el gas
Como la luz mortecina, de una taberna mustia
He visto la suerte deshacerse entre mis dedos
Traté en vano de apretar en mi puño el humo
La música voló sobre mi cabeza, aérea…
El ritmo golpeó mi sien, como un revólver
Como pólvora embrujada, fue mi oración nocturna
La sorpresa me esperaba, al cavar mi propia tumba
Un insólito instrumento, es el bajo que retumba
Sus cuerdas gruesas y tensas, cuatro balas, cuatro brujas
Su gran cuerpo de ballena, un puñado de preguntas
La respuesta está en mis venas, en mi estómago, en mi nuca
El bajista sueña formas, da suelo a la partitura
El tambor es su pareja, su mujer, su mala junta
La armonía lo coteja, con secreto y hermosura
Pero al fin la voz cantante, lo atraviesa como aguja
He visto sudor y carne, de mujeres cuerpos locos
El tiempo muerde las calles, los relojes se deshacen
Las máquinas se calientan, hasta hervir como tizones
Para hacer música bien, hacen falta pantalones
El bajo siempre es discreto, no notarse es su secreto
Pero quien pone atención, entiende que la canción
Sin el bajo es poca cosa, viene a ser como la rosa
Sin tallo, o lo que es peor, sin tierra a su alrededor
El bajista que es artista, siempre es el protagonista
Porque con el bajo al frente, la música es sorprendente
Porque aún siendo el piano rey, el bajo impone su ley
Con dos notas bien tocadas, vale más que mil guitarras
Teniendo tan pocas cuerdas, el bajo manda en la juerga
Quién pondría sus apuestas, por el último en la orquesta
Pero qué le importa al bajo, la mujer busca relajo
Con quien menos se imagina, si al tocar no desafina
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