El negro mar, envenenado de noche, brilla…
El destino revienta, súbito, como un cristal
Ciego perfume de mujer, vino amargo de los locos
Cardiopatía mía, entrañable, silenciosa…
La pistola quedó vacía y tibia, sobre la mesa…
Un silencio agrio se alojó en el centro de mi garganta
Como una serpiente que espera, fría y quieta,
Dar, al fin, el latigazo letal de su mordida…
Como felpa blanquísima y perfumada,
Son tus pies pequeños, cortados por la mano sabia de Dios…
Como una luna de hielo, o nácar brujo,
Son tus pupilas cansadas, de mirar gatuno…
Eres la esposa del misterio,
La madre tierna de un poeta muerto…
La mejor alumna de la maestra vida,
La hermana de los vicios más siniestros…
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